Cuando uno se equivoca y su error perjudica a otros, tiene un mecanismo de actuación determinado que seguir. Es lícito reconocer la culpa, si efectivamente es el responsable y además es consciente de ello. Es más, es obligatorio. Así mismo, tiene que pedir perdón pero no quedarse solamente en las palabras que se lleva el viento o se sostienen muy bien sobre el papel. El compromiso debe llevarle a actuar, si no para reparar el daño, sí para mitigar sus efectos. Y, por supuesto, a partir de ahí comienza la construcción de un nuevo camino que será angosto y exigirá mucho esfuerzo, pero al que no se puede renunciar si el objetivo final es recuperar la confianza perdida y encauzar los pasos hacia una meta más brillante.

Hace poco se cumplió un año del escándalo de los motores trucados que afectaba a varias marcas del mercado automovilístico mundial, principalmente a la marca Volkswagen. El mal ya estaba hecho, en algunos casos reconocido y entonado el mea culpa, relativamente eso sí, porque al ser humano aún le es difícil bajar de los pedestales a los que subimos con cierta rapidez a veces, y no siempre de manera legítima, según se aprecia en algunos casos. Y ese dicho “torres más altas han caído” debe hacernos recapacitar sobre los éxitos fáciles de lograr. El verdadero valor está en el esfuerzo, la constancia y la responsabilidad.

En aquellos momentos me preguntaba cuál sería la forma en que VW afrontaría la crisis en la que ella misma se había metido. Un año después, tengo respuestas. Les tocó recapacitar y mirar al frente. Buscar una solución al error cometido y sobre todo buscar la nueva línea de trabajo para encontrar cauces renovados que permitiesen recuperar la confianza, si no perdida, sí mermada, de quienes a la postre son -y serán- el verdadero motor que mueva sus pasos en el futuro. Y ojo que el futuro empieza para ellos cuando estaban “con los gases de escape hasta el cuello”, no hoy ni mañana.

Si dejamos pasar un solo minuto sin mover ficha se estará perdiendo una oportunidad única de escribir el nuevo capítulo de una historia que reconstruir, sin olvidar nunca los errores del pasado, porque esas piedras serán las señales que ayuden a no caer de nuevo en los pozos que presente el camino.

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